Por Clara López Obregón / Semana.com
Se abrió así paso la globalización capitalista frente a una resistencia improvisada que carecía de una visión alternativa de conjunto. En Colombia, de manera paradójica, se arreció el conflicto armado. En la izquierda se dio un debate inconcluso sobre el ¿Qué hacer? Carlos Romero participó en ese debate con posiciones que sus compañeros de lucha tardaron en comprender. En el año 1990 se marginó del Partido Comunista Colombiano después de que en el congreso del partido no tuvieran eco los planteamientos hechos por él, junto con varios de sus compañeros, llamando a reconducir la línea política para adaptarla a las exigencias del tiempo actual y sus problemas.
En 1992, estimuló, editó y publicó el libro ¿Qué pasó camarada? de su gran amigo Nicolás Buenaventura. Encontró en esa autocrítica de uno de los intelectuales comunistas más respetados, la reflexión sincera sobre las limitaciones del proyecto por el que habían luchado por décadas, sin el sinsabor del arrepentimiento que cubrió a muchos que terminaron por abandonar el convencimiento de que “un mundo mejor es posible.”
Al lado de la democracia o más bien para asegurarla, la principal preocupación de Carlos Romero se centró en la solución política al conflicto armado. Desde el exilio en Caracas continuó analizando y escribiendo sobre cómo lograr “pasar del conflicto que esta(ba) en proceso de degradación a una etapa de negociación, a través del diálogo efectivo, que (sentara) las bases para encontrar la manera de suscribir un verdadero tratado de paz entre el gobierno y las guerrillas en su conjunto.”
La democracia es incompatible con la impotencia del Estado para evitar el asesinato de los líderes sociales y de los reincorporados de las Farc en los territorios. Para merecer ser considerados democráticos, como sostenía Carlos Romero, los gobiernos deben ser capaces de garantizarle la vida a la oposición, a los disidentes y a la gente que no opina como ellos. La defensa de la vida sigue siendo hoy la prioridad para garantizar la paz duradera en democracia.
*Carlos Romero, esposo de Clara López Obregón falleció el 4 de julio a sus 86 años.